El Monstruo de colores es un juego de
mesa cooperativo para niños basado en el popular personaje del
cuento de Anna Llenas, que divertirá a toda la familia.
Diseñado por Josep Maria Allué y Dani Gómez, las partidas duran
unos 30 minutos y está recomendado a partir de 4 años, pero
toda la familia disfrutará con la diversión que generará
este gran juego basado en el multipremiado libro
infantil del mismo nombre. Además de pasar un buen rato, el
juego puede ser una muy buena opción educativa en la que los
más pequeños aprenderán a reconocer sus emociones básicas.
Tal como pasa en el cuento, el monstruo se ha hecho un lío con
las emociones y su cuerpo está lleno de colores. En El
Monstruo de Colores los jugadores tendrán que colaborar
para ayudar al Monstruo a reconocer sus emociones y entender
qué le pasa. Por turnos, deberán tirar el dado que
les permitirá mover al monstruo alrededor del tablero y recoger
las fichas de las emociones básicas (alegría, tristeza, miedo,
calma y rabia) que se tendrán que poner en los distintos
frascos. Para obtener estas fichas, los jugadores deben contar
una historia o experiencia relacionada con a emoción. Una vez
compartida la experiencia, el jugador deberá elegir uno de los
ocho frascos disponibles sin saber a qué corresponde. O bien le
tocará una de las cinco emociones o bien descubrirá uno de los
3 líos. Si salen los 3 líos antes que el monstruo haya
entendido las emociones… ¡Habrá que volver a empezar!
Por suerte, los jugadores cuentan con la ayuda de Nuna, la
amiga del monstruo que también sabe como poner orden en las
emociones. Cada vez que un resultado del dado muestre su cara,
Nuna se desplazará a la casilla donde se encuentre el monstruo
y volteará uno de los tarros con los líos. Los jugadores
deberán tener buena memoria y recordar donde están los tarros
con las distintas emociones si quieren ganar la partida.
Tanto pequeños como adultos pasarán un buen rato ayudando al
monstruo a poner orden entre sus emociones. Pero al mismo
tiempo, el juego invita a compartir experiencias alrededor de
las emociones básicas. Este espacio es ideal para que los
pequeños se expresen abiertamente y compartan tanto sus
momentos de alegría o calma como sus instantes de miedo, rabia
o tristeza. De esta forma, mientras juegan descubrirán que, tal
como le pasa al monstruo, las personas también podemos estar
confusas sobre cómo nos sentimos.